La hepatitis C es un virus transmitido por la sangre que causa inflamación del hígado. Si bien la hepatitis C crónica afecta a hasta 3,9 millones de personas en los Estados Unidos, todavía hay muchas otras personas que no han sido diagnosticadas y no buscan tratamiento.
El problema es que la hepatitis C se conoce como un virus silencioso, y en cualquier lugar entre el 70 y el 80 por ciento de las personas viven durante muchos años sin síntomas. Pero hay graves efectos a largo plazo de la hepatitis C no tratada que debe tener en cuenta.
El área del cuerpo más afectada por la hepatitis C es el hígado. La cirrosis es una enfermedad crónica del hígado que se produce cuando el tejido cicatrizado comienza a tomar el tejido sano dentro del propio hígado. Esta cicatrización retarda el flujo sanguíneo y evita que el hígado pueda procesar nutrientes y toxinas.
La cirrosis puede causar muchos daños no deseados al hígado sin que se detecte, y puede causar condiciones como:
Por cada 100 personas diagnosticadas con hepatitis C, de una a cinco morirán de cirrosis o cáncer de hígado. De hecho, muchas personas con cirrosis eventualmente desarrollan cáncer de hígado.
El vínculo es muy fuerte porque cuando el hígado comienza a producir células para combatir la cirrosis, algunas de estas nuevas células pueden mutar en células cancerosas y hacer que se desarrollen tumores. El problema es que a menudo el cáncer pasa desapercibido hasta que aparecen síntomas graves.
Algunos síntomas a tener en cuenta incluyen:
Los tratamientos para el cáncer de hígado varían desde una variedad de opciones, incluida la ablación (destrucción del tejido canceroso), quimioterapia o trasplante de hígado.
De cada 100 personas diagnosticadas con hepatitis C, entre 60 y 70 desarrollarán una enfermedad hepática crónica. Si no se trata, esto conducirá a una insuficiencia hepática completa. Solo en los Estados Unidos, aproximadamente 19,000 personas mueren cada año debido a una enfermedad hepática terminal relacionada con la hepatitis C.
La buena noticia es que la insuficiencia hepática se puede detectar mediante un análisis de sangre, una tomografía computarizada o una biopsia de hígado. Pero el único tratamiento actual para la insuficiencia hepática total relacionada con la hepatitis C es un trasplante de hígado.
Los científicos están trabajando rápidamente para desarrollar nuevos tratamientos para la insuficiencia hepática, como:
Aunque la hepatitis C involucró tratamientos prolongados e inyecciones dolorosas en el pasado, los tratamientos actuales están mejorando rápidamente. Las terapias farmacológicas actuales no solo son eficaces, sino que también son más fáciles de tomar. Si cree que puede tener hepatitis C o le han diagnosticado recientemente, hable con su médico para que pueda tratarse con anticipación. No dejes que el virus elija tu futuro.