La labilidad emocional es una condición neurológica que causa la risa incontrolable o el llanto, a menudo en momentos inapropiados. Tiende a afectar a personas con enfermedades o lesiones neurológicas preexistentes.
Tiene muchos otros nombres, incluyendo:
Si bien los síntomas de la labilidad emocional parecen psicológicos, en realidad son el resultado de cambios en la parte de su cerebro que es responsable del control emocional.
Los principales síntomas de la labilidad emocional son los arrebatos incontrolables de llanto o risa. Estos arrebatos suelen ser una reacción emocional exagerada o inadecuadamente intensa. También pueden estar completamente sin relación con su estado emocional actual. Por ejemplo, puedes comenzar a reírte sin control cuando estés molesto.
Otros síntomas de la labilidad emocional incluyen:
La labilidad emocional a menudo ocurre después de un derrame cerebral. Según la National Stroke Association, más de la mitad de los sobrevivientes de un accidente cerebrovascular tienen síntomas de labilidad emocional.
Los accidentes cerebrovasculares ocurren cuando un vaso sanguíneo en su cerebro estalla o algo corta el suministro de sangre de su cerebro. Esto hace que las células cerebrales empiecen a morir en cuestión de minutos, lo que puede dañar las partes del cerebro responsables de la memoria, el lenguaje y las emociones.
Los investigadores no están seguros de la causa exacta de la labilidad emocional después de un ataque cerebral. Sin embargo, la teoría más popular sugiere que está relacionado con el daño a las conexiones entre el tronco cerebral y los lóbulos frontales.
Además de los accidentes cerebrovasculares, las afecciones neurológicas y las lesiones cerebrales traumáticas (TBI, por sus siglas en inglés) pueden llevar a la labilidad emocional.
Las afecciones neurológicas comunes que pueden causar labilidad emocional incluyen:
Los tipos de TBI que pueden causar labilidad emocional incluyen:
La labilidad emocional es a menudo mal diagnosticada como depresión u otra condición de salud mental. Para facilitar el diagnóstico, trate de mantener un registro diario de sus síntomas, incluso cuándo ocurren y cuánto tiempo duran. Si es posible, tenga en cuenta su estado de ánimo general y su estado emocional entre los arrebatos. Si no nota ningún síntoma emocional entre los episodios, es un buen indicador de que es probable que tenga labilidad emocional, en lugar de una condición psicológica.
Asegúrese de informar a su médico sobre cualquier lesión reciente en la cabeza o afecciones subyacentes. También puede resultarle útil llevar a un ser querido que haya observado sus arrebatos emocionales.
Si bien no hay una prueba específica para diagnosticar la labilidad emocional, su médico le hará una serie de preguntas sobre su historial médico y su estado de ánimo para confirmar el diagnóstico.
Los casos más leves de labilidad emocional pueden no necesitar tratamiento. Sin embargo, si causa estrés significativo, ciertos medicamentos pueden ayudar a reducir la gravedad y la frecuencia de sus arrebatos. Esto puede hacer que la condición sea mucho más manejable y menos destructiva en situaciones sociales.
Los medicamentos que se usan a menudo para tratar la labilidad emocional incluyen:
Las dosis bajas de antidepresivos pueden reducir la intensidad de sus arrebatos emocionales y hacer que ocurran con menos frecuencia.
Este es actualmente el único medicamento aprobado por la FDA para tratar específicamente la labilidad emocional. Los estudios clínicos en personas con afecciones neurológicas descubrieron que redujo la frecuencia de los arrebatos emocionales a la mitad.
Vivir con labores emocionales puede ser frustrante, especialmente si le dificulta participar en situaciones sociales o las personas cercanas a usted no entienden su condición.
Aquí hay algunos consejos para hacer frente a la labilidad emocional:
La perspectiva a largo plazo para las personas con labilidad emocional depende de la causa subyacente. Si tiene un daño cerebral permanente a causa de un derrame cerebral, puede continuar teniendo arrebatos durante el resto de su vida. Sin embargo, con el tiempo, es posible que pueda identificar cosas que desencadenan sus arrebatos o encontrar maneras de distraerse cuando siente que se avecina uno.
Si sus episodios comienzan a causarle mucho estrés, los medicamentos también pueden ayudar. Colabore con su médico para encontrar opciones de tratamiento que funcionen mejor para usted.